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Tendencias Globales que influyen en la Alimentación y Agricultura
Un reto importante para los gobiernos es el de satisfacer la demanda creciente de alimentos suficientes y adecuados que se deriva del crecimiento demográfico y el aumento de los ingresos, así como de los cambios en la dieta a la vez que disminuye la disponibilidad y calidad de los recursos naturales. Este reto incluye el aumento de la pobreza urbana y en países de ingresos medianos. Otro elemento que debe considerarse son los efectos del cambio climático en la producción agrícola y los sistemas alimentarios y nutricionales, que incrementarán los riesgos de inseguridad alimentaria especialmente para los productores que viven en entornos marginales y para los hogares de pequeños productores de alimentos.
Para responder a este reto se requiere un mayor rendimiento y un aumento general de la productividad en la producción alimentaria y agrícola en el contexto de una agricultura más sostenible en lo social, lo económico y lo ambiental. También es necesario centrar la atención en la calidad nutricional de los alimentos y ampliar la cesta de productos alimenticios a través de una dieta más variada.
A lo largo del siglo pasado se han logrado enormes avances en la mejora del bienestar de las personas en todo el mundo. Las sociedades han cambiado de forma radical gracias a los pasos de gigante que han dado la tecnología, la rápida urbanización y las innovaciones en los sistemas productivos. Sin embargo, la situación del mundo actual está muy lejos de esa visión de un mundo “libre de temor y de necesidad” que esbozaron los fundadores de las Naciones Unidas.
De hecho, queda mucho camino por andar para cumplir el objetivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el de crear un mundo libre de hambre y malnutrición, en el que la alimentación y la agricultura contribuyan a mejorar las condiciones de vida de todas las personas, en especial de las más pobres, de forma económica, social y ambientalmente sostenible.
En medio de una gran abundancia, miles de millones de personas siguen afrontando una pobreza persistente, desigualdad masiva, desempleo, degradación ambiental, enfermedades y privaciones. Los desplazamientos y los flujos migratorios están en sus niveles más altos desde la segunda Guerra Mundial. Se han resuelto numerosos conflictos armados, pero han surgido otros muchos. Gran parte de los avances de la humanidad se han conseguido en deterioro del medio ambiente. Los impactos del cambio climático ya se están haciendo notar y, si no se les pone freno, seguirán intensificándose en los próximos años.
Los procesos de producción integrada a nivel mundial han aportado numerosos beneficios, pero las dificultades a la hora de regular esos procesos subrayan la necesidad de encauzarlos hacia unos resultados más equitativos y sostenibles.
A medida que las tendencias globales trasgreden en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y agrícolas, surgen una serie de incertidumbres. Los sistemas alimentarios y agrícolas de hoy, ¿son capaces de cubrir las necesidades de una población que se calcula superará los nueve mil millones de personas para mediados de siglo? ¿Podemos lograr los incrementos necesarios en la producción en un contexto de cambio climático, incluso si hacerlo significa someter a mayor presión aún las tierras y recursos hídricos ya mermados?
El futuro de la alimentación y la agricultura en tendencias y desafíos responde a estas preguntas, presentando y analizando las principales tendencias globales que influyen en la alimentación y la agricultura junto con las dificultades que conllevarán y que serán necesarias afrontar.
Tendencia 1: CRECIMIENTO ECONÓMICO MUNDIAL, INVERSIONES, COMERCIO Y PRECIO DE LOS ALIMENTOS
El crecimiento económico acelera los cambios en la dieta e impulsa la demanda agrícola. El crecimiento económico ha sido significativo en las últimas décadas. El PBI mundial creció en un 2,6% anual entre 1990 y 2014, impulsado sobre todo por los países de ingresos medianos y bajos, donde el PBI creció en torno a un 5,1% anual. El rápido incremento de los ingresos en los países emergentes ha impulsado el auge de una clase media a nivel mundial, que a su vez está acelerando los cambios dietéticos.
La demanda de alimentos está cambiando hacia un mayor consumo de carne y productos lácteos así como otros alimentos de producción intensiva, lo que tiene serias repercusiones en el uso sostenible de los recursos naturales.
FAO en cuanto a la oferta y demanda agrícola en el futuro se basan en un crecimiento económico mundial moderado hasta 2050, con una cierta reducción en la brecha de ingresos (o convergencia económica) entre los países de ingresos medianos y bajos y los países de ingresos altos.
Cabe destacar, no obstante, que cualquier trayectoria económica futura está sumida en una gran incertidumbre y dependerá de toda una serie de factores relacionados entre sí, como el comportamiento de productores y consumidores, los cambios tecnológicos, la disponibilidad y productividad de los recursos, las dinámicas de población, el cambio climático y las respuestas en cuanto a políticas.
Tendencia 2: AUMENTO DE LA COMPETENCIA POR RECURSOS NATURALES
La expansión de los terrenos agrícolas sigue siendo la causa principal de la deforestación. El incremento de la producción alimentaria y el crecimiento económico se han conseguido muchas veces a costa del ambiente natural. Casi la mitad de los bosques que antaño cubrían el planeta han desaparecido y las aguas subterráneas se agotan con rapidez. La biodiversidad se ha visto gravemente erosionada. Cada año, la quema de combustibles fósiles emite a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero, cuyas consecuencias son el calentamiento global y el cambio climático.
Aumenta la competencia por los recursos naturales para la producción de alimentos y energía a medida que se buscan alternativas bioenergéticas a los combustibles fósiles.
El consumo de cereales, semillas oleaginosas y caña de azúcar para la producción de biocombustibles ha aumentado, como también lo ha hecho el uso de biomasa en sustitución de sustancias petroquímicas. Esta competencia creciente entre usos alimentarios y no alimentarios de la biomasa ha contribuido al aumento de la interdependencia entre los mercados de alimentos, forraje y energía.
Por ejemplo, alrededor de dos terceras partes de la bioenergía utilizada a nivel mundial implica la quema tradicional de madera y de otra biomasa para la cocción de alimentos y la calefacción. Gran parte de esta madera se produce de forma no sostenible y se quema de manera poco eficiente, perjudicando la salud de la población más pobre y contribuyendo a la degradación del medio ambiente.
Tendencia 3: CAMBIO CLIMÁTICO
El cambio climático afectará a la producción de alimentos, la seguridad alimentaria y la nutrición. Las altas temperaturas y un suministro de agua menos fiable crearán serias dificultades para la pequeña ganadería, especialmente en ecosistemas de pastos áridos y semiáridos en latitudes bajas.
El aumento en la variabilidad de las precipitaciones y la frecuencia de sequías e inundaciones provocará seguramente una caída generalizada en el rendimiento de los cultivos. El cambio climático también afectará al medio acuático, por ejemplo por cambios en la temperatura de la superficie del mar, la circulación oceánica, las olas y los sistemas de tormenta, la concentración salina y de oxígeno y la acidificación, lo que afectará también a la industria pesquera.
El impacto del cambio climático en la seguridad alimentaria mundial se notará no solo en el suministro de alimentos, sino también en la calidad, el acceso y la utilización de los mismos y en la estabilidad de la seguridad alimentaria.
La adopción de prácticas de gestión sostenible de la tierra, el agua, la pesca y la silvicultura por parte de los pequeños productores será fundamental para avanzar en los esfuerzos de adaptación ante el cambio climático, la erradicación de la pobreza global y la eliminación del hambre. No obstante, se precisarán también mejoras en las infraestructuras, los servicios de extensión, la información climática, el acceso al crédito y la protección social para alentar la adopción de estas prácticas.
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